Skip to main content
ES

Temporada 2003-2004

Image

La inolvidable etapa de Joaquín Peiró dejó paso a una breve, pero recordada, campaña con Juande Ramos al frente del banquillo malaguista. Y Juan Ramón Muñiz -hombre clave en el futuro devenir deportivo del Club-, como segundo entrenador. Las dudas, como casi siempre ocurría en el entorno malaguista durante las pretemporadas en la máxima categoría, sembraron un nuevo proyecto en Primera División.

Recomponer un equipo con el sello del Galgo del Metropolitano no era tarea fácil, más aún cuando se perdieron efectivos convertidos en símbolos del Club caso de Contreras, Bravo, Roteta, Sandro, Dely Valdés o Darío Silva. Sobre todo, la parte ofensiva perdía una media cercana a los 30 goles por temporada que garantizaban la ‘Doble D’. Justo antes del cierre de fichajes en el mercado veraniego, el Málaga fichó al que se convertiría en estilete atacante con una veintena de goles entre Liga y Copa aquella campaña: Salva Ballesta. Junto al punta charrúa Diego Alonso o el enganche argentino ‘Pocho’ Insúa, reforzaron una parcela clave ya sin los referentes de antaño.

Ante tanto cambio, el ‘estilo Juande’ de equipo rocoso, con las líneas juntas, solidario, de fuerte presión en el centro del campo, transiciones rápidas y agresivo en ataque, y poderío en las jugadas a balón parado con el guante zurdo luso de Duda al mando de las operaciones, no tardaría en aparecer en el campeonato liguero. Si bien a mitad del mismo se llegaron a perder hasta siete encuentros de manera consecutiva, con el consiguiente nerviosismo en plantilla, afición y entorno.

Desde el 4 de enero al 7 de febrero de 2004 duró una racha en la que se intercaló un empate (2-2) en la Copa ante el Celta en Vigo, que no evitó la eliminación copera tras el 0-1 de la ida en La Rosaleda. Pero el equipo despegó tras ganar 5-2 en casa al Espanyol (24ª jornada), abriendo en este caso otra racha, esta vez positiva, de cinco victorias en seis partidos cuyo epílogo fue un solvente triunfo ante el Sevilla de Caparrós (0-1, Salva de penalti). Se mantuvo una buena línea de regularidad bordeándose puestos europeos hasta el final de aquel ejercicio, superando en mucho las expectativas y los augurios poco halagüeños de inicios de año.

Uno de los momentos más recordados por el malaguismo se produjo en la 14ª jornada de Liga en La Rosaleda, un 3 de diciembre de 2003. El rival, el todopoderoso Barça de Rijkaard. Tarde-noche lluviosa en Martiricos en la que los pupilos de Juande desarbolaron a los culés, superados por la descomunal efectividad de Salva (3 goles), complementada por los tantos de Alonso y Canabal. Fue un 5-1 memorable que ejemplificó perfectamente las capacidades de un técnico, Juande Ramos, que obtuvo el máximo rendimiento de una plantilla que completó una más que notable campaña en números y juego, acabando en 10ª plaza.

Salva Ballesta, con 19 goles anotados, fue el máximo artillero malaguista en el campeonato liguero. El maño marcó tres más en la Copa, para un total de 22 aquella campaña. El uruguayo Diego Alonso, con 6 dianas, fue el segundo mejor goleador en Liga del Málaga.