Gracias por todo, capitán

Adrián González finaliza desde hoy su vinculación con el Málaga Club de Fútbol. El Club le desea la mejor de las suertes en su futuro profesional al, hasta ahora, capitán del primer equipo.

Hace algo más de tres años llegó procedente de la SD Eibar, un caluroso verano de 2017, un futbolista que ha calado muy hondo en el vestuario y la entidad malaguistas. Adrián González Morales (Madrid, 1988), desde el principio, se ganó el respeto de sus compañeros demostrando una gran personalidad priorizando el aspecto colectivo por encima de todo. 

En su primer año, el más difícil a nivel deportivo de la última década para el Málaga CF, vivió con dolor el descenso de categoría en la temporada 17/18. El curso siguiente, ya como uno de los pesos pesados de la caseta, fue el ‘pichichi’ (10 goles ligueros) de un equipo que soñó hasta el final con el retorno a la élite. No pudo ser, y sus lágrimas en ese epílogo doloroso pero inolvidable en La Rosaleda, ante el Dépor, fueron las de todo un malaguismo más unido que nunca.

Polivalente, solidario, con ‘pegada’ arriba, infalible desde el punto de penalti… En el césped, Adrián ha sido indiscutible para todos los técnicos que ha tenido en sus tres temporadas como blanquiazul. Ya como primer capitán, la pasada campaña 19/20 no fue una excepción en ese sentido. Tras Sadiku, fue el segundo mejor artillero (6 goles) en LaLiga SmartBank contribuyendo de manera importante a una sufrida permanencia en Segunda.

Fuera del verde, su implicación ha sido absoluta y su compromiso con la Entidad, inquebrantable. Adrián ha ejercido hasta el final de malaguista poniendo al Club por encima de su propio interés a todos los niveles. Además, su integración en la ciudad le convierte ya en un malagueño nacido en Madrid.

Adrián, dejas una impronta en apenas tres años que no será fácil de olvidar. Numérica, con registros en el Top MCF en partidos oficiales (103) y goles totales (20). Humana, con un sello personal elegante, carismático y la huella de los grandes.

GRACIAS por tanto y GRACIAS por todo, Adrián, en mayúsculas. ¡Hasta siempre!